viernes, 10 de julio de 2015

Farenheit 451, por Ray Bradbury

—Bueno —le dijo ella por fin—, tengo diecisiete años y estoy loca. Mi tío dice que ambas cosas van siempre juntas. Cuando la gente te pregunta la edad, dice, contesta siempre: diecisiete años y loca. ¿Verdad que es muy agradable pasear a esta hora de la noche? Me gusta ver y oler las cosas, y, a veces, permanecer levantada toda la noche, andando, y ver la salida del sol.
   Volvieron a avanzar en silencio y, finalmente, ella dijo, con tono pensativo:
—¿Sabe? No me causa usted ningún temor.
   Él se sorprendió.
   —¿Por qué habría de causárselo?
   —Le ocurre a mucha gente. Temer a los bomberos, quiero decir. Pero, al fin y al cabo, usted no es más que un hombre…


Tengo un amigo al que le encanta la mezcla de ciencia ficción, futurismo y filosofía de Ray Bradbury. Es este último punto el que me disuadía de empezar a leer a este autor. Me lo imaginaba arduo.
Otro detalle del que habla el autor en la introducción aumentó mi temor: se trata de su primera novela. Sin embargo, el hecho de que tratara de un futuro en el que leer libros está prohibido, incitaba al mismo tiempo mi curiosidad. Igual que el detalle de cómo fue publicada por primera vez (también lo explica el autor en la introducción).
Aunque el estilo no es claro, el relato es atractivo, además de la reflexión que el libro plantea. La historia es interesante, y es suficientemente parca en descripciones como para que el lector pueda llenar con sus propios escenarios futuristas lo que no está escrito.
Uno de los puntos más interesantes del libro es reproducir una imaginación pasada acerca del futuro. Es aquí, en la constatación de los errores y aciertos de Bradbury, donde creo que surge una idea brillante: no es necesaria la represión física para el sometimiento de la población.
Próxima parada, Crónicas marcianas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario