lunes, 13 de agosto de 2018

La nube negra, de Fred Hoyle

Al terminar el asombroso cálculo de Weichart el Director pensó que era conveniente requerir a todos los reunidos que se guardara secreto. Estuvieran acertados o equivocados no podría derivarse nada bueno por hablar fuera del Observatorio, ni siquiera en casa. Una vez que saltara la chispa la historia se difundiría como el fuego en un depósito de inflamables y estaría en los periódicos antes de nada. El Director nunca había tenido oportunidades para pensar bien de los reporteros de los periódicos y particularmente de su exactitud científica.


No recuerdo cómo llegué a este libro, pero sí cómo me sedujo. Los primeros capítulos describen el mundo de la astronomía en los años centrales del siglo XX, y esa combinación de erudición y calma, de datos y conclusiones, la que que me conectó con la historia. Cuando el relato empieza a avanzar hacia pantanos más especulativos y ficcionales, se mantiene el tono de la narración y el estilo elegante de los diálogos, aunque la tensión vaya en aumento.

Aunque la historia rezuma sabiduría astrofísica, también ofrece una creatividad sorprendente. Es estupendo que se presuma al lector como un interlocutor capaz de seguir, aprender, compartir, disentir y disfrutar los intercambios de unos personajes agudos en su expresión y pensamiento.

No es para ti este libro si buscas fantasías espaciales con rayos láser y saltos al hiperespacio. Esto es ciencia ficción clásica, de la buena. Si te atraen la ciencia y las historias sólidas, lo vas a disfrutar.

Astronomical observatory in the forest. Odřejov, Czech republic. Photo by Martin Vorel.